Bueno, ya está. Ya hemos pasado el pequeño mal trago de cambiar nuestra rutina. Para algunos la de unos días, para otros la de muchos años, creo que ocho, dándonos palos en Irún.
Hemos quemado una nueva etapa. Esta vez con otros pasajeros, y con algún "sargento chusquero" que perdura de la época anterior en Donosti.
Porque en realidad este grupo proviene de Donosti, y se remonta a unas personas a las que también debemos recordar, los "Eneko", "Jokin", "Gorriti", "Alex-Acuarium", "Iker-Deba", y seguro que alguno más que no recuerdo o que no llegué a conocer.
Para mí ha sido como una asignatura pendiente o una espinita clavada. Me daba la sensación que le debía ésto al Kendo de aquí. Supongo que los cambios se hacen para mejorar, porque si se sabe que es a peor, no cambias. En su día pensé/pensamos que lo mejor era irnos a Irún y ahora tengo meridianamente claro que lo mejor es volver a Donosti. Y si no hemos vuelto antes ha sido porque no hemos tenido la oportunidad, o porque no he sabido encontrarla (seguro que también es un poco de lo segundo).
Ahora lo que toca es trabajar, trabajar y disfrutar de nuestro trabajo. Crecer como kendokas, que conlleva crecer como personas (aunque suene un poco filosófico).
Lo dicho, el próximo día más. Ahora nos toca acostumbrarnos al nuevo suelo, que no creo que nos lleve mucho, y aclimatarnos la temperatura tan poco frecuente en estas épocas del año para nosotros (aún recuerdo que no hace ni dos meses que tuvimos que terminar una clase antes de tiempo porque no se podía estár en la sala "verde"). Resistiremos, os lo aseguro.
P.D. Para los seguidores del blog, no se si os habíais dado cuenta del nombre del mismo "fudoshin kendo Irún". Evientemente edito ahora mismo el nombre, jeje.
1 comentario:
Sí oye, cuesta impulsarse en este tatami. Pero estoy seguro de que en cuanto nos acostumbremos, saldremos a una velocidad endiablada sobre madera.
Publicar un comentario